lunes, 11 de junio de 2007

¿Por qué Kevin Carter?
















Porque si a alguien he admirado es a él. Kevin Carter fue un fotógrafo sudafricano que formó parte de un grupo de reporteros llamado "The Bang Bang Club". Durante mucho tiempo, Kevin estuvo retratando con su cámara el desolador acontecer de su país natal, inmerso plenamente en un proceso de segregación racial que se denominó Apartheid. No voy a comentar las fotografías de esta etapa porque lo mejor es verlas, pero sí haré hincapié en una concreta por la cual Carter ganó el premio Pulitzer de 1994 (¡no hace tanto!). Es esta:


















Creo que, siguiendo el refrán, voy a ahorrarme esas mil inefábles e insuficientes palabras.

Como se puede ver en un documental que hicieron hace un par o tres de años sobre su trabajo y vida, tanto Kevin como los demás miembros del "Bang Bang", vivieron una etapa frenética que marcó profundamente sus personalidades y, como no, sus vidas. En el lugar y tiempo en el que Carter hacía "click", la vida valía exactamente nada. Hay varias imágenes del grupo que describen lo que digo. Durante esa etapa el "Bang Bang" convivió con la muerte en su sentido más literal. De hecho, como es de entender, aquellas imágenes fueron creándole un considerable transtorno en su interior. Miles de cadaveres, miles deinjusticias. Demasiado para un hombre que, años antes, mientras hacía el servicio militar, había intentado suicidarse.

Aparte de la fuerza y el dramatismo que se condensa en la imagen, la fotografía guarda una historia: Carter la tomó en Sudán, en un momento en el que las hambrunas estaban acabando con la población de forma terrible. Toda la simbología que puede representar la foto es poca. Su fuerza no está en la luz, ni el encuadre, ni en nada que tenga que ver con un continente, sino en su contenido. Una niña cadavérica en el suelo y un buitre acechando el momento perfecto. Carter tomo la instantánea y se marchó. Unos dicen que Kevin es ese mismo buitre por no haber ayudado a la niña, además él comentó que estuvo esperando cierto tiempo para que el ave abriera sus inmensas alas -lo cual le hubiera otorgado a la foto mayor dramatismo-. Sinceramente, yo no creo que el buitre fuera Kevin. Todo lo contrario. Lo que me repatea es que la gente critique con esa gratuidad, sin hacer el mínimo ejercicio de empatía. Es muy fácil decir desde el sillón de una casa: "yo la hubiera ayudado". No creo que se pueda decir eso cuando alguien ha pasado un año de su vida viendo asesinatos en directo, o cómo los cadáveres de decenas de personas yacían tirados en el suelo, o cómo la policía embestía con brutalidad sobre personas indefensas. En varias ocasiones, Carter escribió que su vida se estaba conviertiendo en una pequeña locura de insensibilidad y frialdad. Esto, añadido a sus tendencias suicidas y a la muerte de su amigo Ken Oosterbroek mientras cubría un conflicto -poco tiempo después de recibir el Pulitzer-, fue superior a él. El 27 de julio de 1994, Kevin cogió su coche y se dirigió hasta un pequeño reducto natural al que le gustaba ir cuando era un niño, en Johannesburgo. Mientras el gas procedente del tubo de escape ahogaba sus pulmones, Carter contempló por última vez aquel maravilloso estanque -yo he visto en el video ese sitio y es increíble, parece un pequeño Edén-.

Sí, Kevin podría haber adoptado a esa niña y habérsela llevado consigo hasta un centro de acogida, o incluso a su casa. A esa niña y a todos los niños de Sudán. ¿O es que esa niña se merecía mejor destino que los demás cientos de miles de niños sudaneses que habían muerto, morían y morirían antes, durante y después de esa foto? Si nos paramos a pensar, quizás tenga cierta importancia el hecho de poder ver a esa niña inmortalizada en la fotografía, pero... ¿y los demás? Aunque suene fuerte decirlo, Carter no era Manos Unidas, ni Médicos sin Fronteras, era un fotógrafo, un reportero gráfico que amaba su oficio y por el cual nos regaló fotografías que no se limitan a ser una simple instantánea, sino que te llegan hasta lo más profundo. Tan sólo decir que si Carter hubiera querido enriquecerse con esa fotografía -que lo hizo sobradamente-, quizás hoy estuviera tumbado al Sol en una isla de Bali con algún cocktail entre sus manos. Quizás un día, Kevin decidió retrasar ese suicidio -intentado en dos ocasiones anteriores- y donar su vida para que los que no tenemos esos "webs" nos enteráramos de lo que pasa por el Mundo. A mi modo de ver las cosas, si a Kevin Carter se le critica es que estamos volviéndonos gilipollas.

Espero que algún día los mierdecillas de Hollywood le rindan su debido homenaje. Desde aquí le rindo el mio.

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